En estas fechas en las que estrenamos un año, es muy frecuente proponerse metas a conseguir como: adelgazar unos kilos de más, aprender o perfeccionar un idioma, rematar algún estudio pendiente, apuntarse al gimnasio o hacer más ejercicio, disfrutar más del tiempo libre y de nuestros seres queridos, etc... Y es en este momento cuando me parece interesante aportar un nuevo objetivo: el de intentar cambiar hacia una forma más positiva nuestro pensamiento,que aunque no lo parezca influye claramente en la mejora de nuestra calidad de vida.
Todas las emociones que sentimos a lo largo del día, como alegría, tristeza, enfado, entusiasmo, dicha, irritabilidad, frustración, culpa,etc... son consecuencia de los pensamientos que tenemos al interpretar lo que nos sucede, y no al revés. La actitud que adoptamos ante la vida, sea optimista o pesimista, depende en gran medida del tipo de nuestras cogniciones, es decir, si pensamos más positivamente o relativizamos lo que nos pasa diariamente seremos más felices.
Como consecuencia de todo esto, para acabar con las emociones negativas es preciso corregir el tipo de cogniciones que tenemos. Porque cuando los pensamientos que tenemos ante una situación desagradable son más racionales, las emociones resultantes también lo son, y aunque sigan siendo dolorosas no serán autodestructivas. Sin embargo, cuando distorsionamos o exageramos la realidad, y los aceptamos como una condena sin más, acabamos atrapados en un estado de frustración y fracaso.
Estas cogniciones negativas se dan por un mal aprendizaje desde que somos pequeños, y si no se cambian a tiempo se convierten en un peligroso hábito o costumbre. Pudiendo llegar incluso a producir trastornos psicológicos de ansiedad y alteraciones en el estado de ánimo. El trabajo del psicólogo cognitivo-conductual es precisamente evaluar y dar estrategias para corregir estos pensamientos distorsionados o negativos.
Como conclusión final, el propósito para este año y los siguientes es estar atentos a como pensamos. Deberíamos recordar siempre que: "No son los acontecimientos los que nos hace daño sino cómo los interpretamos".