La separación es un proceso vital frustrante para la pareja porque representa en la mayoría de las ocasiones un fracaso, y si no se hace bien puede ser una experiencia atemorizante y destructiva para los hijos. Para los niños vivir en un ambiente de discusiones, tensiones y amargura es peor que sufrir un divorcio, sin embargo es muy difícil encontrar a un hijo que desee la separación de sus padres.
Una vez que la pareja ha decidido dar por acabada la convivencia es de esperar que eviten aquellos comportamientos inadecuados que puedan agravar más los problemas que experimentan los niños ya simplemente por el hecho de la separación, por eso no tiene sentido decir que les queremos y nos vamos a preocupar por ellos y luego no demostrarlo en el proceso del divorcio. Actuación que por desgracia me suelo encontrar muchas veces en mi consulta.
Hay que dejarles claro que la culpa nunca es de ellos, sobre todo cuando los niños son pequeños. Siempre que sea posible, ambos padres explicaran lo que va a ocurrir de una forma calmada y adaptando el vocabulario a las diferentes edades de los niños. Se tranquilizara a los niños diciéndoles que tanto papa como mama los quieren mucho, y que ambos seguirán preocupándose por ellos y ocupándose de su bienestar aunque ya no vivan juntos. Los padres deben estar preparados para posibles llantos así como ruegos de permanecer juntos, por eso es de suponer que la pareja tiene que tener muy claro el hecho del divorcio; la manera de responder a esta dura situación es mantener la mayor calma posible y firmeza. Tampoco pasa nada si en algún momento llora toda la familia.
No hay que consultar a los niños términos del divorcio ni con quien prefieren vivir, especialmente si no han llegado a la adolescencia, son los padres los que deben consensuar todos los detalles y transmitírselos a ellos. Además dejaremos claro que su vida cotidiana no va a sufrir ningún cambio importante como por ejemplo la casa donde viven, colegio, amigos,etc.., recordar que el niño necesita seguridad y esa se la transmiten los padres.
En este momento tan crucial de la vida; el que los padres cedan es la clave para que los hijos ganen. Las dificultades que ha tenido la pareja para mantenerse unida no tienen por qué afectar a la felicidad y a la estabilidad de los hijos, lo que no se ha podido hacer como matrimonio se puede hacer como padres.