Una vez más nos encontramos a las puertas de las fiestas más familiares y entrañables para unos, y las más tristes para otros. Todo en el exterior nos recuerda en estos días que ya esta aquí la Navidad; la decoración de las calles, publicidad en la televisión, supermercados repletos de dulces típicos y grandes almacenes llenos de ideas para regalar.
Pero todo el mundo en algún momento a lo largo de su vida hemos tenido Navidades tristes porque nos ha coincidido con acontemientos duros. Por tanto, dependiendo de la situación personal y familiar de cada uno, vivimos de manera distinta esta época. Dando como resultado un desajuste psicológico debido a la gran brecha existente entre el animo festivo de afuera y los pensamientos y sentimientos desagradables interiores.
Si coincide que pasamos por momentos complicados, porque también en Navidad obviamente ocurren desgracias como: enfermedades, rupturas sentimentales, duelos, problemas economicos, etc... aparecerán alteraciones psicológicas, y en ocasiones puede que con manifestaciones más acusadas como consecuencia de estas fechas.
Yo recomiendo:
- Pensar en que estos días son como cualquier otros, pasarán y vendrán otros mejores.
- Intentar disfrutar de lo que tenemos en vez de lamentarnos por lo que ya no.
- Dejarnos llevar por el espíritu navideño que resurge todos los años y parece que nos hace más solidarios.
- Acordarnos de que siempre hay personas en peor situación y ayudar si es posible.
- Y no volvernos “locos” por la influencia del consumismo.